(02/52) Tropezar con la misma piedra
Hoy desayuné un pan con miel y mantequilla. Primero la mantequilla y luego la miel. Calenté ese pan unas tres o cuatro veces porque en medio tuve que hacer otras cosas. Comer así el pan me lo enseñó Amanda a quien vi el año pasado luego de no verla en mucho tiempo.
Además recalenté café que sobró ayer. Puse unos huevos a hervir y me iba a hacer un licuado de avena con manzana y fresas, pero no encontraba las fresas y eso me hizo abrir la caja de pandora de mi refri. Encontré un tupper gigante con calabaza de castilla completamente hongueada. Salsa verde de hace un par de meses en la parte de hasta atrás congelada quién sabe por qué. Quesos que habían expirado en un tupper transparente. Algo que quizá un día fue lechuga, ahora vuelto una masa negra de hielo.
El tiempo pasa volando cuando estoy en la cocina. Recalenté el pan y seguí lavando. El ticher, que se había ido al súper, volvió y le sugerí algunas nuevas reglas del refri, aunque la verdad es sobre todo mi culpa porque me desaparecí un mes y medio yendo a las prácticas y en realidad ninguno de los dos en ese tiempo revisó qué había y que ya teníamos que tirar. Y eran sobre todo las cosas que yo fui dejando las que se pudrieron, las olvidé.
Cada semana hay que revisar el refri y espulgarlo. Cada semana sin falta.
El cielo había estado gris y nuboso. Hoy salió el sol, como si la lluvia hubiera avisado del temblor y luego del sismo se hubiera pasado. Un vecino de la tercera edad salió cinco minutos después que todos y nos dijo a Santiago y a mí que nos quitáramos de la banqueta y fuéramos a la calle, que el edificio nos caería encima. Le hice caso y lo seguí, pero cuando volteé Santiago se había quedado parado en el mismo lugar, así que fui hacia él. Nos subimos a dormir de nuevo. Anoche recordé que había decidido no hacerle caso al vecino y me reí, y él me dijo: le haces caso a un don que si realmente el edificio se hubiera caído, no habría alcanzado a salir.
Hoy no he logrado decidir del todo a qué grupo meterme para el cuarto semestre, pero al menos intuyo por qué me resisto a uno de ellos y alcanzo a ver los pretextos que pongo. Ver algo es el primer paso para no pisarlo, supongo. Para parar las repeticiones que nos hacen sufrir y no entendemos, porque se salen de nuestro campo de visión las razones, la rueda que las mueve y las trae de vuelta.
Ojalá tenga la fuerza para cambiar y también para aceptar la incertidumbre.
En mi primer día lejos del Crepes, partí una pechuga tal como aprendí a hacerlo ahí. Hicimos tinga y comeremos en un par de horas, quizá más. Porque por andar limpiando la cocina, me dieron ya las dos de la tarde y no he ni empezado a trabajar.