(03/52) Espárragos

Abril Castillo
5 min readJan 21, 2024

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Hoy desayunamos espárragos con huevo estrellado y me sentó muy bien. Compré espárragos y alcachofas porque leí que son de lo mejor para bajar el colesterol y triglicéridos. Son caros, sí son caros y eso lo dice todo el mundo. Pero a la vez no son tan caros como la carne. Un manojo de espárragos te puede costar unos sesenta pesos, menos que una pechuga de pollo o que unas fajitas de res. Y cada alcachofa la encontré en treinta pesos, y con una quedé llena como para una comida. La acompaño con aceite o una vinagreta, a veces con un huevo duro picado.

Odio cuando mi día de mucha energía es domingo, porque no me gusta mandar mensajes ni estar molestando a personas con cosas de trabajo en este día. Así que no lo hago pero quizá mañana amanezca apagada y cansada. Mañana empiezan las clases. Hoy mandaré mails y ningún whatsapp de trabajo y mis mails estarán programados para mañana a las 9am. En realidad a no todo mundo le importa tanto pero a mí sí, y mis mails no son tan de trabajo (cosas que molestaría recibir en domingo, del tipo: ya entrega, ya págame, etc.), diría que son más bien ideas que no quiero olvidar. Cómo sistematizar las entregas de comida (y perecederos en general, como flores, salsas, encurtidos). Darle mi dirección postal a una amiga en Reino Unido. Preguntarle a una compañera (que siento que ya no me habla porque no quise prestarle por segunda vez mi máquina rapadora) en qué grupo se quedó.

Me cambié de grupo de la licenciatura. El semestre pasado estaba en el H y ahora me metí al G. Casi todos mis compañeros se metieron al i. No era que no quisiera repetir grupo o estar con ellos. Fue una decisión un tanto difícil, más por lo que implicaba cuadrar mis horarios que por otra cosa. Quiero titularme de la maestría y el seminario al que me metí es los viernes; si tenía clases los viernes, aunque fuera en la tarde, iba a ser una locura cruzar la ciudad el viernes desde Metro CU hasta Izazaga.

En la entrevista colectiva que tuvimos antier nos avisaron que quizá algunos sábados haya que ir, y que hay que cumplir con 90% de las asistencias. Apagué la cámara para llorar. A veces siento que la UNAM es como esas mamás que te enferman a propósito para que nunca te vayas. Tiene la universidad el síndrome de munchausen y a veces por más que uno haga para titularse, te pone bolas curvas muy difíciles de sortear. Hasta ahora las he sorteado todas.

Hace dos años que volví, intenté meterme a ese seminario pero se me pasó por un día la fecha y no había más que hacer. Esa vez al menos sí miré los requisitos y vi que había que tener el examen de inglés. Pero no lo hice en su momento.

La siguiente vez que podría haber hecho el seminario, era enero y otra vez se me pasó. Me di cuenta de que era la última oportunidad antes de que todo fuera más complicado porque ya pensaba entrar a gastro. Me concentré muchísimo para que no se me pasara la fecha pero se me pasó. Estuve escribiendo desde antes y otra vez el registro solo se abrió una semana que yo no me di cuenta. Lloré y maldije a las nubes: ¡Solo me quiero titular! El siguiente semestre (que fue el pasado), ni hice por ver o inscribirme, iba a entrar a la licenciatura y primero quería probar mis fuerzas. Lo que sí hice fue el examen de inglés que con muchos trabajos pagué, agendé y pasé. Muchas veces en la UNAM es más difícil hacer el proceso del trámite que la acción misma para la que estás tramitando. Aún así, el examen me costó muchísimo trabajo, pero lo pasé.

Hace un mes me llegó de noche en fin de semana un mail avisando del registro para seminarios. Revisé todas las opciones y pensé: ya tengo los requisitos. Ahora solo había que avisar a mi tutor y cuadrar el Tetris de mi agenda, donde cupieran las clases de licenciatura por la noche y las del seminario por el día. El seminario sería los viernes. Y pasó que cuando llegaron (apenas hace una semana) los horarios de la licenciatura, pregunté a todo quien se dejó (maestra del diplomado de gastro, maestra de historia de gastro, un alumno un año arriba de mí, que es sobrino de un amigo mío) a todos les pregunté por los maestros y los horarios. Resultó que el más cómodo sería el i, porque repetíamos grupo de alumnos y un par de muy buenos maestros. Pero el G era el mejor por todos los maestros que tenía, aunque fueran desconocidos. Y los viernes los tendría libres, para no tener que ir desde CU hasta el centro corriendo en una hora. Todo cuadró perfecto.

Aún no sé si me aceptarán en el seminario. Espero mañana tener noticias. Espero en un año ya haber dejado ese pendiente atrás. Ser maestra.

El semestre pasado aprendí a hacer bien los espárragos. Me enseñó mi querido chef Cuevas. Antes Santiago y yo solo les cortábamos el rabito que es más duro, y los asábamos. Sigue siendo una manera de hacerlos pero quedan más aguados y con un verde deslavado. Con el chef Cuevas aprendí a blanquearlos.

En una olla pones agua a hervir y sal. Cuando hierve, echas los espárragos, a los que les cortaste la colita más fibrosa (con la que luego haces un caldo), y los echas al agua por 1–3 minutos. Luego los pasas a agua fría de inmediato. Quedan crujientes y súper verdes. Un verde bien bonito.

Hoy los preparé así (aunque los espárragos, como decía, ya los tenía listos desde el miércoles; me alcanzaron para tres comidas para dos personas). Calenté los espárragos en un sartén, apenitas; freí un huevo y se lo puse encima. Recalenté el café que me sobró ayer y desayunamos de postre el delicioso pastel de ajonjolí que hizo April para el pop up en Cedro, que organizó Idalia. Nos lo terminamos ya, tristemente. Ahora quizá me ponga a doblar Sobremesas y a hacer más galletas. Me gustaría ya empezarlas a vender pero no logro descifrar la logística que más me convenga. Como con todas las decisiones, supongo que es más una cuestión de batalla interna que de consejos. De encontrar cuál sería la manera que me funcionaría más a mí.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos