(04/52) Salir de casa
Son las 4:00 y no hemos comido. Me desperté como a las 8:00 y le pregunté a Santiago qué hora era:
– Son las 8 – me dijo.
Yo no abrí los ojos. Tenía a Parvana en mi brazo izquierdo y a Aparicio en los pies. Moví mi cara hacia la luz de la ventana, aún cerrados. Rechazando despertar como Santiago, aunque mirar hacia allá fuera mirar al sol, sus rayos colándose en mis párpados veo todo rojo sin abrirlos.
Santiago me dio un beso en la frente y me dijo:
– Nos vemos en un ratito.
Y se fue a su estudio, en el departamento de enfrente, cruzando el pasillo. La puerta de nuestra casa está tan lejos de nuestro cuarto que no se alcanza a escuchar el portazo cuando él entra o cuando sale. Sé que llega porque Parvana corre a saludarlo. Pero nunca sé a ciencia cierta cuándo se va.
Su estudio era su casa y ahora lo llama “estudio”. Llamamos a donde vivimos nuestra “casa de pan”. Somos Hansel y Gretel, dos hermanos que huyeron de algo y aquí nos alimentaremos en lo que llega alguna bruja. Él es el menor, aunque sea mayor que yo. Replicamos las relaciones familiares en el resto de vínculos que hacemos en la vida. Eso pienso hoy pero quizá otro día cambie de parecer.
A las 12 salimos hacia el aeropuerto. Sentí la necesidad de ir a la playa antes de empezar el año. A Santiago no le gusta el calor pero lo convencí de venir juntos.
– ¿Festejan algo? – me preguntó el vendedor de paquetes, al teléfono, cuando mi tarjeta no pasó por internet.
– Nuestro aniversario – le respondí, como respondo siempre que nos preguntan si festejamos algo.
Tal vez haya unos chocolates en nuestra cama cuando lleguemos al hotel.
El año lleva ya 23 días de haber empezado. Pero este sábado recién principia el Año Nuevo chino, año de la rata de metal. Yo nací en el 84, soy rata también, como Idalia. Mi tita dice “principia” en vez de “empieza” sobre todo para principiar a comer.
Llevaba más de un año sin unas vacaciones en forma, sin viajar sin mi computadora. Antes de empezar el año, vinimos unos días a la playa.
Hay días que me siento triste o agotada y me doy cuenta de que con salir de mi casa basta.
En la revista de a bordo leí qué se hace en distintos países por salud mental, pra relajarse: ver la naturaleza, consentirte y poner velas, ver gente, dejar de comer antes de llenarte por completo.
A mí me sirve ver el mar.