(06/52) En boca cerrada

Abril Castillo

--

Hoy mandé la segunda parte de una aplicación a un verano para emprendedores en Estados Unidos. Todo está pagado y sería el pretexto perfecto para estrenar mi visa, que tramité el año pasado y tardaron más de tres meses en darme. Seguro era porque estaba saturado algo de su sistema pero por un momento me asusté. ¿Y si no volvían a dejarme entrar nunca a ese país? Comencé a imaginar todos los otros países que visitaría pero no dejé de sentirme triste de las posibilidades que se cierran cuando te cierran una frontera. Un día, me confirmaron que ya podía pasar por ella. Fue hace un año y no la he usado.

Sabía poco del cuestionario que me hicieron con pura jerga de negocios o business. Me recordó mi época en domestika donde aprendí palabras como: kpis, milestones, kickoff meeting, acquisition department, Bipoc.

Si me voy una semana en verano me pregunto si podría hacer también las prácticas o de que manera conjugar ambas. Es algo que veré en el futuro no ahora.

Llevo toda la mañana leyendo un libro de Janet Tashjian, Mi vida como cuento, y hace meses que no me embebía así en una lectura. Empieza con un niño hablando de cómo lo obligan a leer y él no quiere (y ahí pensé: otro libro prescriptivo para niñes) pero en su carrera huyendo de su mamá se encuentra con un periódico de hace diez años que tiene una noticia que lo inquieta: una joven murió ahogada en un lago muy lejos de ahí.

Pensé en cómo se construyen las historias y que gran manera de esconder un secreto oscuro dentro de lo que aparenta ser un libro prescriptivo para niños.

El personaje me recuerda a Bart Simpson, a Petit el Monstruo y quizá un poco a mi propio hermano.

Esta semana un ex compañero se dio un reversazo mientras yo cruzaba la calle y casi me atropella. Sé que está molesto y sentido conmigo y me pregunté si lo habría hecho a propósito o sin querer. A veces no confío en mi propia percepción, puedo ser muy paranoica, así que le pregunté a una compañera y dijo que también le pareció que era a propósito. El jueves le pregunté a mi psicóloga la diferencia entre la psicosis y la neurosis y dijo que consiste en no distinguir la metáfora de la realidad y dar por verdadera la fantasía. Algo así como solo poder percibir la realidad a partir de tu propia realidad. Si bien es cierto que esto es así para todos los seres humanos, también hay formas de ver las cosas desde otros ángulos: ponerte en los zapatos de otro, la imaginación, los testimonios.

Hoy se presenta otra vez Tarantela. Pensé que había sido hace cinco años que salió, pero hoy también recibí un mensaje de Eli y recordé que cumplí 33 mientras la escribía. Idalia me recordó como en la presentación en Minería mi hermano dijo que a veces, cuando se sentía triste, iba al librero y releía su capítulo y se entendía mejor.

Ya no creo, como en ese entonces, que mis palabras sean capaces de recomponer o curar algo. Pero me pregunto qué tanto el arte a veces logra cumple esa función de mostrar metáforas hasta a aquellos que normalmente no logran verlas, engañándolos con la literalidad de su nombre, de su identidad.

Últimamente prefiero escribir cosas que parten de hechos que me pasaron o me interesan, pero prefiero inventar lo demás. También disfruto leyendo cosas sobre los jitomates.

--

--

No responses yet