(12/52) Huevos a la Majo
Tengo que estar en cierto estado de ánimo para darme el tiempo de cocinar en las mañanas, sobre todo si tengo tarea, trabajo y que salir corriendo a la escuela. Hierves un huevo por unos 12 minutos, aquí está bien que quede bien cocida la yema. Lo cortas a la mitad y retiras la yema y la pones en un cuenquito. Yo casi siempre uso unos cuencos de plástico que compramos en Miniso y son de colores, el primero lo tuve en Panamá y me resultó tan útil que fui comprando más. Pongo tres frente a mí y en uno deposito el cascarón que voy quitando, en otro las dos mitades de clara, y en el tercero la yema. La yema la aplasto con un tenedor, le echo el jugo de medio limón o poco menos, una cucharadita de mostaza de grano, un poco de aceite de oliva y sal y pimienta, lo revuelvo todo bien hasta que queda una pasta y con una cucharita la pongo en el hueco que dejó la yema en la clara. Y a disfrutar.
Esa receta me la dio Majo en 2021 que hicimos un viaje al Niuyor. Le contaba que yo todos los días desayunaba un huevo duro y que había estado practicando para que la yema me quedara blandita, pero a veces la clara quedaba blanda también y aún estaba aprendiendo a medir los minutos exactos y demás. Ese huevo más simple solo lo acompañaba con salsa Tabasco y sal y pimienta. Ella me dijo lo de la mostaza y quitar la yema y hacer esa pasta. Empecé a comerlos muy seguido. Es medio tardado si tienes prisa pero me entretiene mucho hacerlos. Te tardas más en hacerlos que en comerlos, se comen de un bocado. En general hacer huevo duro es tardado por todo lo que implica hervir el agua, hacer el huevo, que se enfríe y poder pelarlo.
En recetas de Instagram he visto cómo luego esa pasta la meten en una manga de repostería y se la pones de manera más fina a la clara. Es un buen platillo para una fiesta de picar, solo no dejarlos mucho tiempo sin refrigerar por lo de la salmonela et al.
El año pasado que fuimos de viaje con Santiago a Bilbao compré un libro que se llama Huevos. Y como si nombre lo indica tiene puras recetas de huevos, unas quinientas páginas. Algunos están muy buenos, otros me dan un poco de risa porque son adaptaciones silvestres de regiones colonizadas. Por ejemplo, la cuarta de forros dice la autora sueca que decidió escribir ese libro cuando una mañana en Nueva York comió por primera vez huevos rancheros. Y una así de: Este, oye, esos son de México, bueno equis ya.
En ese libro viene un diagrama de cuánto tiempo hay que dejar un huevo por minuto para cada consistencia y las distintas técnicas para un huevo hervido. No es lo mismo poner el huevo junto con el agua y ahí prender fuego a que si pones el agua a hervir y luego echas el huevo, en cada caso hay que saber en qué momento empiezas a contar los minutos para cada consistencia: si cuando hierve el agua o desde antes. No es lo mismo meter un huevo del refri que a temperatura ambiente, porque se puede partir, ahí la autora recomienda poner el huevo frío con agua al tiempo y que juntos se vayan calentando.
Tuve pesadillas horribles esta noche. Me desperté desde las 7:30 y pasan de las 10 y no he desayunado. Dejé hace media hora los huevos enfriándose, ya me los voy a preparar. Y empezaré los collages del libro que no he podido hacer. A veces pienso que soy ilustradora ya más por oficio que por vocación. O tal vez es lo mismo.