(12/52) La mano que te da de comer

3 min readMar 25, 2025

Le empecé a decir capi para evitar enojarme cuando me daba órdenes. “Sí, mi capitán”, le decía mientras hacía el gesto de la mano en mi cabeza.

En cocina no me cuesta tanto atender las órdenes que me da el chef como en otras clases teóricas me prende que me corrijan haciendo cosas que sí sé hacer.

Una maestra de creatividad nos puso a retratar a algún compañero. Tenía mucho que no dibujaba y me fui lenta y sin ver el papel, recorriendo el contorno de su cara al trazarla en el papel. La maestra se acercó y me dijo: “¿Me permites?”, y me quitó la pluma. En el reverso de mi dibujo trazó sus propias líneas y me explicó que lo que yo estaba haciendo para los profesionales del dibujo se llama línea peluda y que debía trazar de una sola intención.

Ante cada regla dicha sin más no queda más preguntar: ¿por? Y de ser posible hacer exactamente lo contrario a ver qué pasa.

Me sentí completamente borrada e incógnita cuando la maestra me enseñó a dibujar a los 40 y trazó sin mi permiso en mi cuaderno. Le podría haber contado todas las maneras que tengo de relacionarme con el dibujo desde muy niña y a la fecha pero me quedé callada, aburriéndome el resto de su clase las siguientes semanas, convencida de que a veces para sobrevivir es mejor no hacer ruido. Más cuando se hace evidente que no vas a aprender de alguien porque simplemente no te quiere ver.

El viernes en clase el chef nos regañó por octava vez sobre nuestra horrible forma de emplatadar. Los temas son braseados, guisos, estofados. Los ponemos abundantes en platos hondos pero él prefiere el minimalismo. A nosotros como brigada no nos gusta el minimalismo. “Ya llevamos muchas sesiones y ustedes nomas no dan una, nomas no me entienden”, nos dijo. A bote pronto y sin pensar Isa dijo: “Ni tú tampoco a nosotros”, tomó el plato y volvimos a nuestro lugar.

Si yo tuviera un restaurante serviría comida saliéndose del plato. Y para compartir. Para mi la belleza está en los sabores y ese compartir la mesa, no tanto en poner la salsa apenas embarrada y decorar con flores comestibles.

Intento entender qué quiere o cómo hacer un intermedio entre su deseo y el nuestro.

Dibujar líneas menos sensibles y más de primera intención. Emplatar con mayor delicadeza aunque solo sirva un bocado de sopa. Lo demás para llevar. Volver un día a dibujar, no mostrárselo a nadie y que no me quiten el lápiz para decirme como realmente es.

Empezar por elegir un plato que me represente. Servir ahí. Hacer el saludo al sol. No sonreír cuando no tengo ganas ni decir sí mi capitán ni ponerme ninguna mano en la cabeza atendiendo la orden.

O seguirlo haciendo justo así, porque sin humor nadie sobrevive.

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Abril Castillo
Abril Castillo

Written by Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos

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