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Abril Castillo
3 min readApr 13, 2018

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Parte 1

La semana pasada leí, en un artículo escrito por Molly Ringwald, estrella adolescente de los noventas, su testimonio sobre trabajar en The Breakfast Club a propósito del movimiento en Hollywood del #MeToo. De toda la discusión y matices de los que se ha hablado mucho, me gustó el final, donde la actriz Haviland Morris le decía y le reiteraba: It isn’t a one-way street.

Me quedé pensando en los niveles de lo que implica que algo sea corresponsabilidad de dos partes. Sí y no.

Es cierto que no es culpa de una mujer si la violan por usar minifalda. Ni mi culpa que hace una semana se hayan robado mi bici por usar un mal candado.

Es absurdo que a una mujer la violen, desaparezcan, torturen, la traten como no-persona. Es ridículo la obviedad de que hayan sido los policías que estaban al lado de mi bici quienes probablemente están coludidos con quienes roban bicis en la Narvarte.

Pero lo cierto es que como mujeres tenemos que tomar la decisión por miedo a vestirnos de cierta forma dependiendo del lugar al que iremos. Y que usar un candado así en la Ciudad de México te expone a que te ocurra eso.

De todos modos y aunque no es mi culpa, ¿cómo protegerme? Porque no vamos a cambiar al mundo en un día y lo más probable es que nunca. Pero podemos cambiar nosotros.

Y lo que me urge en estos días en el fondo es dejar de estar tan enojada. De sentirme tan impotente.

Parte 2

Formas de dejar de estar tan enojada: cuidarme.

Me robaron la bici.

Sí.

Tenía un candado de mierda.

También.

Pero la dejé al lado de dos policías.

Llevo años haciendo trabajos que me apasionan.

Y sí.

Los hago con amigos tan queridos que a veces olvido que es una relación laboral.

¿Cuál es el límite?

No poner las reglas claras desde el principio es el equivalente a usar un candado de mierda.

Mientras ahorro, ¿me retiro de hacer el trabajo que me apasiona?

No es lo mismo que alguien te quite tu bici y rompa tu candado de mierda a que tú decidas prestarle o regalarle la bici a alguien.

Tal vez debo de dejar de usar candados tan fáciles de romper.

Porque el enojo no se irá hasta que no vea qué fue lo que yo hice mal.

Pero tampoco voy a dejar de vestirme como me dé la gana. Ni dejar de trabajar. Ni de tener una bici. Y pagaré el candado que me alcance pagar. Y estaré enojada algunos días, otros no. Y hablaré sobre mi enojo cuando pueda. A veces tendré razón de estar enojada y otras no.

Nunca es a one way-street. Ni somos los únicos manejando.

Parte 3

Nunca volveré a ver mi bici.

Hay que despedirse de las cosas igual que de los recuerdos.

Ningún candado en la memoria te asegura lo vivido.

Ya casi nada nos sabemos de memoria.

Teléfonos que me sé: 54215685, 54403398, 85302701, 41775260, 56595746.

Por lo menos dos de ésos ya no existen.

Teléfono que siempre me esfuerzo en recordar: 5551577811. Siempre primero pienso que es 5551578111.

No quiero olvidar ese teléfono.

La clave de mi candado era 5313. La anoto por última vez antes de que se pierda en la nada.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos