(14/52) Godot esperándome

Abril Castillo
2 min readApr 11, 2021

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Ayer agarré un sartén hirviendo como si estuviera frío. Lo tomé con las dos manos para ponerlo en su lugar. Uno, dos, tres segundos y lo solté. No se cuánto tiempo tarda la piel en avisarte que algo te esta quemando, que algo es dañino.

–¿Por qué hiciste eso? –me preguntó Santiago.

Y yo:

–Yo qué iba a saber que estaba caliente; solo pensé que estaba limpio.

Porque ese objeto estaba sobre la estufa donde ponemos los trastes lo mismo si acaban de usarse que si ya están secos y aún no los hemos acomodado en su lugar, ahí donde se guardan en la cocina.

Y yo en esta cocina me la paso poniendo cosas en su lugar. Es mi hobbie. No puedo ordenar el mundo que me rodea pero vieran mi cocina.

El beneficio que es habitar este espacio donde se prepara el alimento de cada día, que es a torrentes tiempo presente, es un deleite. Mi momento favorito del día. Mi habitación más querida. Donde sé a ojos cerrados donde encontrar el utensilio o ingrediente que sea que voy a usar antes de necesitarlo.

Saber dónde está cada cosa es muy parecido a haber bailado con la misma pareja veinte años y poder leer su cuerpo sin necesidad de verla. Es casi como poder adivinar el futuro. Y no lo digo como algo mágico. Conocer a vista y a ciegas el presente da mayor posibilidad de predicción para evitar accidentes y proveerte de futuros más dulces. Da la certeza real de saber lo que vendrá.

Crecí en una casa donde todo estaba por ninguna parte. Bodega tras bodega que era mi cuarto o mi casa. Esperando a volver a la verdadera, la originaria, donde todo estaría en su lugar.

Hoy hago de mi casa cualquier espacio habitable. Desde un asiento de metro, a un cuarto de hotel, hasta este departamento donde ahora vivo. Esperé muchos años volver a casa y tardé tantos más en darme cuenta de que mi casa la hago yo cada día.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos