(14/52) Vuela vuela

Me están creciendo las uñas y no me había dado cuenta de cuánto. Me incomoda no tenerlas al ras y a la vez, con la falta de escuela, no había tenido la obligación de cortármelas.

Hoy amanecí mejor.

Entre sueños pensaba en las cocciones largas que tengo que hacer y en si me daría tiempo.

Me desperté hasta con la cabeza casi lista para escribir ese trabajo pendiente para una editorial para niños. Y en un cuento para la otra. Pero no creo poder con todo.

Glasear la carne y tirar lo demás hasta que se haga.

¿Podré hacer un caldo corto para llevar también una coliflor?

Pienso en el ticher diciéndome: es demasiado, elige tres.

Soñé en alguna parte de mi sueño que volaba. Iba con mi familia y les daba igual. Yo me alzaba a la altura donde ellos seguían parados y trataba de enseñarles a hacerlo pero no me hacían caso así que empezaba sola a girar en el aire y bailar ballet, como si estuviera abajo del agua. Solo mi tía Gaby y Mariana me volteaban a ver. Bajaba y veía que algunas personas, como mi abuela Paz, estaban flotando un poco, a unos quince centímetros del suelo. Actuaban como si nada.

Antes de eso en el camino veía a un ilustrador feliz porque en un restoran le estaban cantando las mañanitas. Se sentía especial.

Y antes de eso llegaba a un acupuncturista con el Yosh. Me despedía de él porque el doctor me daba cita ahí de inmediato. Tenía la cara de un chef de concursos que siempre dice: ¡Vamos! Al rato nos sentábamos en unas piedras afuera y me decía unos consejos que no puedo recordar.

Solo sé que después de eso, seguí el camino con una pausa para volar. Pero volar no para ir a ningún lado, solo un vuelo como baile. Bailar en el aire. Nadar.