(16/52) Más que un meme, una postal de la cuarentena

Abril Castillo
2 min readApr 18, 2020

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Creí que había apagado la tele, pero cuando Santiago llegó solo la dejé en pausa y nunca regresé al cuarto a apagarla.

Él dio clases en la mañana y yo me puse a meditar, leer, lavar ropa y trates, cambiar sábanas y ver series. Quisiera trabajar sábado y domingo para ponerme al día en mis pendientes, pero también creo que si no uso al menos dos días a la semana para descansar, voy a enloquecer pronto. Yo amanecí con cólicos y los días en que estoy en mis días me siento débil, cansada y lenta. Y no lo digo como una enfermedad que haya que curar; lo describo como un momento en el mes en que me gusta bajar el ritmo porque si no respeto mi cansancio, trueno. Es el momento del mes en que más que nunca me rehúso a sentirme como robot. Además es sábado.

De la cuarentena me gusta como siento mi relación con Santiago. Hace casi dos años que no salimos de viaje y ahora que estamos todo el tiempo los dos en casa, siento algo parecido a esos viajes donde el tiempo juntos gira en torno a comer, platicar y jugar. Hay muchas cosas de este tiempo extraño que me generan angustia, pero estar con él y habitar mi casa, me ha dado mucho bienestar. ¿Para eso nos gastábamos nuestros ahorros de meses? Ahora basta con este momento y espacio.

Él es el emisario que va por insumos. Cocinamos juntos, más yo que él porque le digo que yo me encargo. Hoy descongelé unos atunes para hacer con puré de papa y espárragos. Al poner a marinar los atunes veo que no están bien descongelados. Plan B: fajitas de bistec asadas, mismo acompañamiento. Pongo el puré en la mesa sobre una tabla contra el calor. Santiago hace agua de limon y pone la olla del puré sobre el tapetito individual y le grito que cuidado, que se va a quemar. Él en silencio mueve las cosas y me dice que no se quemó nada.

Todo está listo. Sirvo un bistec en cada plato, una cucharada grande de puré per capita, mitad y mitad de espárragos con ajo.

–No le pide nada al Cheescake factory esta comida, mi ticher.

–No, supongo que no –me contesta sin verme a los ojos.

–Solo que ahí nadie te grita, ¿verdad?

–Exactamente –me responde carcajeándose y ahí yo se que me perdona:

Y comemos los dos una comida más hecha sin tener que salir de casa. En este febrero eterno, vacaciones forzadas, tiempo nuestro a fin de cuentas. Además, hoy es sábado.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos