(17/52) Spoiler alert: El poni de Lisa
Los trayectos igual que cualquier nueva rutina se prueban, se cambian y se decide por el mejor. Anoche veía en Orange is the new black unos novios policías discutiendo sobre cuál es la mejor manera de llegar al trabajo. “Por X calle nos ahorramos tres minutos al menos”, le dice ella. Y él: “No cambiaria todo el tiempo del mundo por ver las casas y árboles de la calle Y”.
Hace una semana que se siente como un mes empecé clases en el Claustro. Los lunes también las doy ahí mismo por la mañana en la carrera de escritura creativa, las que tomo son de gastronomía. Los jueves vengo a Arte 7 a dar creación literaria. Hace una semana salí de mi casa y camine hacia Etiopía, de ahí tomé el metrobús hasta Xola y de ahí el metro a General Anaya donde camine unos 10–12 minutos hasta la escuela. Hice como una hora de camino. Tenía planeado desayunar el el McDonalds que está al lado pero llegué justo a la hora y el resto de mi día fue un caos alimenticio. No comer me pone mal y lo he sentido sobre todo estas semanas que necesito mucha energía para estar todo el día en la escuela y por todos los trayectos a pie y en metro.
Hoy decidí tomar el metrobús hacia el otro lado. Lo tomé en Luz Saviñón y me fui a División, donde tomé un camioncito que en veinte minutos ya me había dejado cruzando la calle del McDonalds donde esta vez sí pude desayunarme un mcmuffin a la mexicana y una papita hashbrown. Jugo y café con leche. No puedes desayunar siempre ahí, me dice el ticher y yo le digo: try me.
Llegue por el lado opuesto a la semana pasada. Fue más rápido y los árboles y las casas eran más bonitos: el suelo de la calle no está todo abierto en división.
Se me hace tarde para ir a clase, así que aquí lo dejo. A veces llego unos minutos tarde donde no es imperativo llegar a la hora, un momento conmigo. Luego de la clase tendré un par de horas libres para trasladarme, descansar los ojos y recibir todo el amor de Lisa.