(18/52) Porto u Oporto

Abril Castillo
4 min readMay 7, 2022

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Casi no se habla de la sangre, dice la peor persona del mundo en su película homónima.

Sigo despierta y casi sale el sol.

Hace dos días nos sentamos una hora y media en el Jardim do Morro a ver el atardecer. El sol se va pero la luz se queda un rato. Pasa igual a la inversa con la oscuridad.

Desde noviembre tengo dos teléfonos, al nuevo le quité las mayúsculas, escribo desde el viejo y veo que sí es más cómodo escribir con las mayúsculas activadas, con todo y que corrija cualquier artículo más sustantivo por mayúsculas ambas como: El Niño, Los Gatos, El Paso. Escribo desde este celular viejito porque el otro ya casi no tenía pila.

Cada que me baja paso dos o tres días muy malos y luego un par más solo apendejada. Hay gente que me ha dicho que para qué me predispongo, pero no es eso sino sólo una preparación o autoconocimiento, diría. Mi mamá cree que es algo psicológico porque a ella nunca le han dado cólicos. A mí me dieron siempre.

Recuerdo tener que estar ocho horas en la prepa retorcida de dolor y cómo una vez en la dirección me dieron un Syncol que me tumbó de sueño y mareo, y me estaba medio desmayando en clase de Orientación vocacional que nos daba una maestra queer que interpretó mi sueño como que me valía o daba hueva su clase. Y yo en medio del mareo, con la cabeza puesta en mis brazos como almohada en la banca, me señaló y dijo: A esto me refiero cuando digo que no les importa nada. Y yo no podía casi abrir los ojos y le dije como náufrago en los huesos con los ojos cegados por el sol: Me siento mal. Y entonces en vez de ver al grupo como veía, con solo un brazo señalándome, me miró y dijo: Ay.

Tiempo después me la encontré camino al metro y platicamos pero yo no sabía de qué hablar y solo le dije: Mi mamá también es psicóloga.

Esa misma maestra que en la fiesta de generación escuché gritar y aplaudir cuando me besé en medio de la pista con Pablo, un amigo que al principio de la secundaria me molestaba todo el tiempo pero hacia el final medio anduvimos. Tenía una perra que se llamaba Abril, y conocí a sus papás y eran muy dulces, sobre todo su mamá a quien en la carrera me encontraba en los pasillos de la Fac, porque estudió Historia ya que todos sus hijos estaban grandes, antes no había podido.

Y ahí con el aplauso de esa maestra recuerdo que pensé: Así se debe sentir el amor, un beso de quien creíste que era tu mejor amigo.

Pablo me hacía reír mucho, a mí y a todo el salón. Me regalaba jolly ranchers y se aseguraba de que siempre sacara la roja; la buscaba y la volvía a envolver y la dejaba hasta arriba para que justo la encontrara; le daba risa cómo me emocionaba y gritaba: Ehhh, me tocó roja. Me tardé todo el año en darme cuenta, cuando algo que te gusta pasa siempre quizá dejas de verle lo bueno, se necesita el contraste. Eso o me sorprendió tanta coincidencia. Ahí él se rio de mí, el día que me di cuenta, como diciendo: Te tardaste, te esperaba. O no diciendo nada, quizá pensando que era yo medio zonza.

Empezamos a ir al cine, mi papá nos llevaba. A fiestas, mi papá me recogía. Nos besamos algunas veces estando borrachos pero yo no fui chida con él. Estaba enamorada según yo de otro güey que me trataba horrible, a mí y a todas sus novias. Pablo estaba siempre ahí, como esperándome al borde de la carretera.

Luego me cambié de escuela para la prepa y un tiempo nos seguimos viendo. Luego ya tenía otra novia, se llamaba Claudia y no duraron mucho. Ella se casó muy joven, creo que porque se embarazó y era testigo de Jehová y la obligaron a casarse. Tenía veintipocos y unos tres hijos, vi alguna vez en Facebook. Era muy bonita, se parecía a Diana Bracho.

Pensé que quizá la había cagado al no andar con Pablo, no aceptar ese amor bonito, esa amistad y besos borrachos y jolly ranchers rojas.

Una vez que platicamos años después luego de una jornada de fútbol en el ajusco, donde él también jugaba, mi ex cuñada dijo: ¿Pero ustedes se conocen?

Él tenía fama de ser medio violento ahí en las canchas y en la vida en general. Era muy buen alumno pero también un poco agresivo. Luego tomaba mucho y creo que en la prepa, cuando ya le perdí la pista, se metió en peleas a golpes en borracheras. Algo así llegue a oír.

Desde niño jugaba en Pumitas y quizá estuvo luego también en Pumas sin volverse profesional. Así que jugaba ahí en el Ajusco y era medio pedero.

Gaby mi ex cuñada dijo: Ah, ¿pero ustedes se conocen?, cuando nos vio hablando con tanta naturalidad. Y Pablo: Sí, de la secundaria. Es que Abril estaba muy enamorada de mí, ¿o no, era al revés?, dijo y riéndose con el mismo gesto del niño del video del primer día de clases que ríe pero llora, se fue.

Y yo creo que en aquel entonces, en la secundaria, no acababa de entender cómo se sentía el amor, pero era bastante, ahora lo siento, como esa amistad y besos y conocer a sus papás y que te des cuenta que les hablaron bien de ti.

No era lo otro que era puro dolor.

Como este desgarre que siento mes con mes, dos o tres días al mes.

Intentaré otra vez cerrar los ojos, aunque ya haya luz, a ver si ora sí me puedo dormir.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos