(19/52) Nuggets
Anoche vi una receta de nuggets bastante sencilla y que consiste en moler media pechuga con un cuarto de cebolla y una papa chica y luego hacer bolitas y cocinarlas en la air fryer. Tengo hambre y es mala idea empezar a cocinar algo complicado así. Pero ese no es el principal de mis problemas. En realidad no tengo problemas como tal. Mi vida es bastante cómoda y aunque ahora que entre a estudiar la carrera de Gastronomía en el Claustro, una universidad de paga, he estado batallando un poco con el dinero, tampoco estoy endeudada y me doy mis gustos. Tengo la vida que elegí.
Pero si no poder entrar a mi cuarto se pudiera considerar un problema, entonces tengo ése. No sé si todo empezó cuando me corrieron de domestika o si fue antes, cuando regresé de Barcelona. He movido de mil maneras ese cuarto y aún no logro volverlo a habitar. Aunque Santiago me asegura que no hay problema que trabaje siempre en la sala, me parece un desperdicio tener ese cuarto sin usar. No está vacío, al contrario, está lleno de cosas mal acomodadas. Mi problema es que no se por donde empezar.
En algún momento metí un sillón al cuarto y pensé que podría replicar mi estancia en el sillón de la sala pero estando ahí. Jamás pasó. Compré una mesa de comedor para tener un escritorio con más espacio y solo se ha ido llenando de tantas cosas que su superficie quedó completamente oculta de mi vista. Empecé a poblar de plantas comestibles el balcón pero el cuarto sigue lleno de basura, acaso logré dejar un camino que despeje la puerta para salir a regar. Las plantas siguen vivas. Yo me siento viva de nuevo, pero ese cuarto está atascado.
Hace un par de semanas fui a IKEA con Santiago por un librero grande donde poner todo lo que está en el piso. La mayoría de cosas siguen en el piso pero arrinconadas, así que al menos ya pude barrer. No se si el problema es que no tengo para que usar el cuarto, el balcón sí, pero el cuarto no. No me invita a habitarlo.
Compré una pequeña cajonera para nuestra recamara y poder llevarme ahí y ordenar la ropa que tengo en el cuarto atascado. Digamos que ya tengo todos los contenedores y se me agotan las excusas para no ordenar. Se me agota también el tiempo de vacaciones de la escuela y me quedan escasos cuatro o cinco días para ordenarlo todo y no puedo, sigo sin lograr salir de este sillón.
A veces pienso que soy dura conmigo y que he hecho bastante. Sueño con que una mañana despertaré con todas las ganas y energía del mundo y todo quedará ordenado en dos horas y me diré a mí misma: qué te costaba hacerlo, por que lo postergaste tanto.
Ahora mismo tengo mucha hambre y creo que haremos los nuggets hasta mañana porque Santiago va a salir a comer con unos amigos. Quizá me coma sobrinas del refri o salga a comprar confeti para hacer una portada de un libro por venir.