(19/52) Spoiler alert: Robin Hood
Llevo un tiempo tratando de rastrear a un maestro que tuve en segundo de primaria que nos enseñó a dibujar con las dos manos. Nos hizo una demostración en el pizarrón con dos gises y trazó un rostro raro de arriba a abajo usando en paralelo la izquierda y la derecha. Dibujar así es usar todo tu cuerpo, por lo que necesitas que sea un lienzo grande. No da los mismos resultados hacerlo en una libreta ni con un lápiz de punta fina. Recuerdo el gran placer corporal que sentí cuando fue mi turno de pasar, concentrada en que el movimiento fuera pleno, dejar de pensar en una mano u otra y si iban a ser realmente simétricas o si la cara parecería una cara. El ejercicio era movimiento.
Hace un par de noches volví borracha y feliz después de cenar con Majo. Santiago ya estaba dormido y yo aún no tenía tanto sueño. En mi iPad puse en un impulso que no me llevo demasiado decidir, la película de Robin Hood de Disney, que también era una clásica cuando yo era niña. Si bien no al nivel de Alicia, me encantaba y veía muy seguido Robin Hood. Recordaba algunas cosas pero desde esa noche no me puedo quitar de la cabeza el dibujo del gallo que se vuelve el juglar que nos cuenta todo, y el silbidito del principio de Little John.
Me desperté hoy en la madrugada y no me podía dormir de tanto estrés que tengo por todo el trabajo que debo y urge ya que entregue. Tengo pocas noches libres y esta semana decidí ver amigos. Tengo solo un día de descanso que es hoy y quería dormir más y en eso empecé a angustiarme por una entrega de dibujo que debo hace meses y empiezo a pensar que haré collage otra vez, como una manera de lidiar con las imágenes desde el no dibujo. Como si fuera una ouija que yo espero que se manifieste pero no soy realmente yo diciendo nada.
Anoche veíamos el último episodio de la temporada 4 de Breaking bad, donde Hector hace estallar a Gus. Al principio del capítulo se muestra como la enfermera le ayuda a hablar a Héctor usando una tablita con letras, como ouija. Hoy soñé que unos cuates usaban la ouija para jugar y escribir. También soñé que me daban permiso de ir como invitada a clases de cerámica a dos lugares sin fecha precisa. Saliendo de uno de esos lugares caminaba por Álvaro Obregón, que he escuchado que los gringos le dicen Main Street. Y me iba cruzando con personas conocidas que salían de eventos de literatura de los que yo ni me había enterado. Luego me detenía frente a un muro blanco que acababan de limpiar de grafitis y carteles y estaba casi recién pintado y decía: tengo que dibujar con ambas manos. Y aunque no tenía guasa ni lápices, me movía con ambas manos sobre el espacio simulando un dibujo.
No recuerdo mucho de Robin Hood porque al poco me quede dormida ni recuerdo por qué quería ver justamente esa película. Solo se me quedó esa melodía grabada, ese silbido feliz y triste a la vez.
Sobre el maestro de dibujo de mis 7 años, yo pensaba que era papá de una chica que fue en esa misma primaria y hace poco decidí preguntarle. Resultó que su papá jamás dio clases ahí, solo su mamá. Su papá dio clases pero en la universidad solamente. ¿Y si su papá suplió a su mamá un par de veces en la prometía o solo ese día, en que me cambio la vida del dibujo? Solo me queda igual que el silbido de Little John, un recuerdo en el cuerpo.