(25/52) Amuletos
Cosas viejas:
Tafil.
Convers blancos crema de botita.
Collar de animales que me trajo de Kenia mi tita a los ocho años y que empecé a usar a los treinta.
Reloj de la abuela encontrado en su reposet al año de morir.
Pluma del abuelo.
La carta que Tomás me dio cuando cumplí treinta y tres.
Cosas blancas:
Parvana.
Las sábanas donde Parvana se vuelve una en la mañana cuando intento tender la cama.
Cortinas traslúcidas.
Cosas nuevas:
Todas las plumillas y plumas y lápices que compré y me regalaron y que jamás usaré pero que veo diario en mi escritorio.
El olor del papel de un libro que no sé si lea.
Decir que no.
Una docena de huevos, hasta el que venía roto.
Cosas prestadas:
Un libro sobre arquitectura de Idalia. De Zumthor. Un libro de Zumthor que pertenece a Idalia.
Un libro de Isol de una biblioteca pública que yo no saqué pero alguien me dejó entre libros que sí eran míos y ahora no sé qué hacerle.
Una estufa sin horno cuando viví sola por primera vez. Ya la devolví.
Bufandas cuando salgo de viaje.
Cosas azules:
Un libro de Maggie Nelson que me llegó la semana pasada.
Los ojos de mi mamá.
Los de mis dos abuelas.
Los de mi ermano.
Los de Pancho, mi tío muerto.
Y los de Daniel, mi tío vivo.
Los ojos de mi familia materna-materna, materna al cuadrado.
El color de Prusia: piedra, veneno y antídoto.
El pigmento favorito de Amanda.
La sudadera que yo veía morada pero que no lo era, según Aurelia.
La portada del libro de la otra Aurelia, la nueva Aurelia.
Un amanecer.
Las seis veintiocho a eme de un domingo sin dormir.
El llanto de Aparicio.