(26/52) Nueva casa, todas las casas

Abril Castillo
3 min readAug 18, 2021

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A los 23 años me fui a vivir sola. Cuando digo sola me refiero a sin mis papás y sin mi ermano, sin mi gatita Güivis, aunque me la intenté llevar pero no se dejó. Se puso muy triste y la terminé devolviendo a mi antigua casa, que de cierta forma siempre sería mi casa también, ese nido al cual regresar.

A los 23 me fui a vivir con mi novio de entonces. Le decía Trus de cariño. Nunca le dije por su nombre de pila ni por ese diminutivo de su nombre de pila. Tampoco le dije por su apellido, aunque era por su apellido como me refería y sigo refiriendo a él si alguna vez digo: mi primer novio.

A los 23 años viví sola y por primera vez llegué a la Narvarte. Que según yo estaba muy lejos de todo. Luego vi que Coyoacan estaba realmente muy al sur, no era tan céntrico como pensaba. Pero es como cuando en photoshop le das control T (transform) y puedes mover el punto central de una figura seleccionada, cambiarle el centro. Ahora las cosas o más bien los lugares a donde iba habían cambiado. Iba más al centro histórico, a Palmas, a la Ibero y también a Coyoacán. Y todas esas distancias eran más o menos parecidas, igual de lejos o de cerca, desde la Narvarte.

A los 24 y medio corté con Trus. A los pocos meses empecé a salir con Santiago.

A los 24 y medio volví a ese nido en casa de mi mamá y a los dos meses regresé a vivir a la Narvarte. He vivido desde entonces en tres casas diferentes en esta colonia. Cuatro contando esa inaugural de Xola.

A los 37 años me cambié a Luz Saviñon. La mezcla perfecta de todo lo que quería en una casa y una rememoración de todas las anteriores. Igual que Vértiz tiene mucha luz por sus ventanas y porque está en un tercer piso y me gusta tener que subir escaleras. Como en Pestalozzi, está aquí Santiago y por las tardes hacemos una pausa de trabajo para cocinar y comer juntos. Acá hemos comenzado a extender las sobremesas platicando; es quizá porque el lugar es más bonito pero también nosotros estamos mejor, no se nos acaba la conversación. Tenemos una sala a la que le entra mucha luz natural, donde todos los días nos sentamos un rato a leer, como mi casa en Monserrat (ahora casa de mi mamá) o cuando vivíamos en Copilco donde habitaba casi todo el tiempo la sala. Y es como esa primera vez que viví sola en el departamento de Xola, porque en mi cuarto-estudio tengo un closet que aunque tiene puertas corredizas éste y el otro eran puertas de abrir para afuera, sus cajones me parecen iguales en los dos. Pero este departamento es diferente, es mejor. Porque nosotros lo elegimos y no sólo llegamos en una emergencia de refilón. Y no tiene cucarachas.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos