(28/52) Diez minutos de vacaciones

Abril Castillo
3 min readAug 11, 2020

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Hace un par de semanas tenía tanto trabajo que olvidé que había dejado un huevo hirviendo en la estufa. Tomé varias videollamadas y escuché algo tronar. Luego empecé a oler a quemado. Luego a quemado pero feo, como algo animal. Pensé que los vecinos de abajo algo estarían quemando. O abajo de mi ventana, allá afuera en la banqueta. Hasta más al rato que el olor se volvió muy intenso y lo seguí con el olfato, llegué a la cocina y vi mi huevo en el fondo del recipiente, ya sin agua y todo achicharrado de abajo, el cascarón roto, explotado.

Un huevo duro tarda alrededor de diez minutos en cocerse, una vez que el agua empezó a hervir. He visto varias maneras de hacerlo y en una he visto que es hasta que el agua empieza a hervir que lo avientan. Ahí a veces miden menos minutos, para que quede tiernito. A mí no me gusta así, me da un poco de asco la membrana aguada, la clara sin hacerse. Prefiero hervirlo unos catorce minutos, asegurarme de que todo quede duro duro, en su lugar. Luego lo paso por agua fría. Luego disfruto mucho pelarlo, echarle sal, a veces un poco de Tabasco. Acompañarlo con un vaso de jugo de naranja.

Hace una semana tomé vacaciones, porque ya me sentía muy cansada de la mente. Mis vacaciones consistieron en estar aquí encerrada en mi casa. Igual que siempre. Pero me podía levantar más tarde y hacer sólo mis cosas. No es que diario no haga mis cosas. Mis cosas soy yo, y el trabajo que tengo también lo decidí tener yo. Pero me cayó bien no estar con tanto estrés unos días. Aún así, me estresé porque me propuse escribir mucho, escribir todo el día todo el tiempo, como no puedo hacer cuando estoy en mi trabajo de tiempo completo. Escribí tanto que llené entero un cuaderno. Luego me llegó un meme de El Resplandor que decía en el primer cuadro: “Nada me traerá tanta paz como cinco meses aislado”, y luego abajo la foto de Jack Nicholson todo enloquecido, rompiendo la puerta para tratar de matar a su familia. Ese día le pregunté a Santiago si podía leerle algo de lo que tenía escrito, para asegurarme que no era sólo una frase repetida al infinito: “All work and no play makes Jack a dull boy”.

No decía eso. Sí había escrito varias cosas, pero también sentí que era demasiado. La manía que me llevaba a la enajenación.

El resto de días, me lo tomé con más calma. Me despertaba a las siete y me volvía a dormir. Luego a las ocho y media. Luego a las nueve o a las diez o a las diez treinta. Me levantaba y me hacía de desayunar. Ponía alguna masterclass de cocina o de escritura y me ponía a dibujar. A colorear grandes áreas de página con un plumón delgado.

El resto de mis vacaciones, logré que se me fuera otra vez el tiempo sin darme cuenta.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos