(29/52) Pastel Tres leches

Abril Castillo
3 min readOct 15, 2024

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Llegué tarde a clase de Creatividad y la maestra me hizo el gesto con la mano de pasa, pasa. Carlos se había sentado en mi lugar de siempre, hasta atrás, así que me senté donde pude, en una mesa de casi hasta delante. Dejé mi mochila amarilla, mi bolsa gris, la tote de April que dice grande “make cakes no profit” (que me gusta mucho llevar a la escuela como un modo de resistencia contra el maestro más cruel que he tenido), y una bolsa de Macdonald que ya solo traía unas pocas papas. La maestra explicaba el ejercicio en grupo que teníamos que hacer: un proyecto de exposición en la escuela, con el tema de la cocina regional mexicana, y aplicando los cuatro papeles de personajes que nos enseñó la clase anterior. El ejercicio era hacer un proyecto. Los cuatro personajes eran: el explorador, el artista, el juez y el guerrero. Ya todo el grupo estaba en equipos de cuatro, yo sobraba y me dijo que eligiera uno. Me dio curiosidad elegir a los cuatro, plantear el proyecto y pensar en que haría cada uno.

Pobrecita, no trabajes sola, me dijo la maestra. Y al rato también me lo dijo Emilio. Pero no me sentía ni pobre ni sola. Estaba entretenida. Venía de una semana horrible y al fin había decidido renunciar a un trabajo absurdo y en apariencia simple que me estaba comiendo viva. Además, apenas una semana antes había leído un texto de M.F.K. Fisher que se titula justamente “Comer solo” y habla de Lúculo, quien cuando comía sin nadie más en la mesa decía que ese día “Lúculo comía con Lúculo”.

Ayer nos sacaron de la clase de Pastelería porque nadie metió la requisición. El sábado saliendo de Métodos de cocción por grasas, me quede haciendo la del siguiente sábado y les dije a Balam, Diego y Marcus que hicieran la del lunes. Los tres me dijeron que si más de una vez, pero nadie metió nada al parecer, porqie llegando el lunes nos sacaron. En el primer semestre ni una vez me pasó algo parecido con mi brigada, aunque había otros estreses, es cierto. Este semestre es la segunda vez que me sacan de un taller. Mi brigada es muy distinta a la del primer semestre.

El guerrero, me corrigió la maestra, es el que se avienta como el borras y resuelve con el cuerpo pero también puede causar uno que otro traspié. El artista es el que imagina y se sale de lo esperado, pero por lo mismo a veces lo que imagina puede no tener contacto con la realidad. El juez pone orden y da sus veredictos de lo que si o no puede pasar. El explorador planea, investiga y traza; pone límites y da sentido a un mundo que sabemos que está ahí pero aún no logramos ver.

Balam es quizá el artista del grupo. Pasa horas picando perfectas unas zanahorias, haciéndole adornos a un champiñón, ordenando la caja y quitándole hasta la última partícula de polvo. Marcus llega y sin avisar lava todo, ordena todo, y luego hace otras sin preguntar y llega un bowl gigante de claras toda llena de sangre; también es el que se echa las carreras más largas y no se queja, es de los que, cuando algo le duele, se ríe. Diego es sin duda el juez, nos mira dando vueltas, yendo y viniendo, y hace y cocina muy bien pero también critica, hay días que siento que solo critica y me ardo; luego veo que tiene razón, da en el clavo en lo que dice u restaura la acción en la cocina ahí cuando Balam y yo nos clavamos mucho tiempo llorando. Y quizá yo soy el explorador: la que mira antes el terreno y organiza, la que reparte los insumos y asigna papeles, la que ve el camino desde lo alto y dice: caminemos por allá; aunque a veces me canse y no diga nada o aunque a veces nos caigamos a barrancos como cuando le eche agua al wok recién curado.

Y quizá todos somos un poco de todo.

Ayer nos sacaron de pastelería porque ninguno metió la requisición. Así que ese pastel de tres leches que según Balam ha hecho mil veces, que hasta ha hecho de cinco, diez y veinte leches, ese pastel solo quedará en nuestra imaginación.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos