[3] (01/52) Que vengan las ardillas

Abril Castillo
3 min readJan 1, 2020

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Siempre que empiezo un texto pongo un título tentativo que no siempre queda, pero que mientras lo escribo me sirve de faro para seguir, a veces es el final del relato.

Empiezo pensando si debería ir hoy a medirme otra vez la presión o si mejor dejar pasar unos días. Ayer me la medí como cinco veces:

139/89

147/93

150/100

129/77

155/102

143/99

La última no la recuerdo pero ya tenía el pulso a 130.

Estaba nerviosa.

Me la tomé en principio porque me dolía la cabeza. He estado comiendo mucha grasa, mucha sal. Mientras ayudaba a mi mamá a arreglar algunas cosas en la cocina, le pedí que me tomara la presión. Y luego vino todo lo demás.

Hoy vine a correr a los Viveros y es primero de enero. De regreso a mi casa quiero cambiar el calendario viejo por el nuevo. No recuerdo cuál es la primera imagen, quién la hizo. Quiero llegar a mi casa y descubrirlo.

Hoy en vez de buscar todas las formas de morirte de hipertensión y por qué, aunque este límite en la presión alta fue quizá en gran parte emocional y lo mal que he comido y el poco ejercicio que he hecho los últimos meses, también es una herencia.

Si crecí en una casa donde siempre se cocinó sin sal, debería retomar el uso del laurel y la cebolla y el ajo.

Busqué en cambio en google alimentos bajos en sodio y buenos para personas hipertensas, aunque todavía no lo sea.

Lentejas y otras legumbres, aguacate, té, pan de centeno, fruta, pescado, espárragos, granos, quesos no maduros.

Mi mamá me llamó mientras corría y al terminar vi su llamada perdida: Come mucho nopal, a ti te gusta el nopal.

Fui a ver si estaba abierto el consultorio de la farmacia que está aquí en la esquina para medirme otra vez la presión y de paso el azúcar, pero estaba cerrada. Ahora no sé si ir a buscar otra o mejor ir al súper. Si regresarme a la casa y ver películas con Santiago como quedamos que haríamos hoy. Y jugar juegos de mesa, scrabble poniendo dos lugares también para Parvana y Aparicio.

Ahora mismo solo quiero un jugo. Espero más entrado el año contar con más humor la noche de ayer. Fue chistosa por mis exageraciones, así que sin duda lo haré.

Escribo este primer médium del año sentada en un tocón. Los tocones son lo que queda de un árbol cortado. Aprendí esta palabra en mi clase de collage de la maestría, mi compañera Aby los estudia y colecciona y analiza y cataloga para su proyecto. Todo empezó por un árbol que tiraron en casa de su tía que también es su vecina, y de ahí empezó a recorrer toda su colonia buscando más tocones y comparándolos con los árboles que había ahí que quedaron registrados en google street. Una vez nos contó una historia de sus cenas de navidad y pensé que tal vez su proyecto no era de todos los tocones del mundo, sino del de su casa. A veces uno da mil vueltas para regresar a casa y ver que todo parte y termina ahí.

Sentada aquí, en este tocón, recuerdo un viernes que enojada me quedé sentada en uno, cruzando este mismo parque de los Viveros. Le empecé a mandar a Idalia un mensaje de voz infinito quejándome de todo, diciéndole que no podía moverme. En algún momento vi pasar una ardilla frente a mi y se la describí en el audio. Luego la ardilla se perdió de vista. Luego de golpe me escaló la espalda y llego hasta mi cabeza y grité y me levanté corriendo del tocón.

Esto era lo que necesitaba, le dije a Idalia sin interrumpir el audio, ahora muerta de risa: un pequeño empujón para irme de aquí y seguir con mi vida.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos