(36/52) agua simple

Se retrasó mi vuelo y ahora no podré hacer dos exámenes finales. Cada tanto me llegan notificaciones sobre demora sobre demora. El primer correo fue a las 8am avisando que el vuelo de las 10:18 se había cancelado. Me asignaron uno a las 3:30. Lo movieron a las 4. Ahora, lo último a este momento, es que saldrá a las 5pm.

Me encantaría estar en mi casa descansando.

Entré a un lugar que se llama Los Otates y me comí una quesadilla de lengua en salsa verde. Pedí también unos mini sopes pero no estaban tan buenos. Me debato entre seguir aquí o irme a la feria, renunciar por completo a la escuela y lo que queda del semestre; total, no es para tanto. Mande dos mails a mis profes para avisar y ver si podría presentarlos luego o algo. Cada que entro a mi mail solo veo que el vuelo se retrasa mas y mas.

¿Estarán bien mis gatos? Le pedí a mi mamá checarlos e irá después de las 4. Casi le digo que ya no vaya, cuando pensé que llegaría a las 5. Pero ahora la verdad es que no se a que hora voy a llegar. Ojalá llegue hoy.

Lo mas fácil me pareció no moverme. Quedarme aquí mismo. Aunque en un momento pensé rentar un coche o hacer algo. Ante la urgencia de estar en la ciudad antes de las 3pm se impuso una quietud que solo me sacó del asiento cuando vi que había dejado mi bolsa con mi cartera y llaves en el restoran donde iba a desayunar cuando recibí la noticia de la cancelación. Un banco de niebla hizo que cerraran el aeropuerto del DF. Todo en cascada se fue retrasando, todo sobre vendido.

Le dejé mi computadora a Santiago y pase un buen rato en una silla reclinable con el teléfono conectado a la electricidad y platicando con Idalia.

¿Me arrepiento de haber venido a la FIL? Creo que no. ¿Me pregunto si debería renunciar a la carrera en gastro? Casi todo el tiempo. No tengo dinero ni puedo dedicarle muchas horas al trabajo; muchas tareas que me dejan (y a eso clases enteras) son medió absurdas y aún así sigo yendo porque me saca diario de mi casa, me da una razón de ser, una disciplina y estructura de mis días.

Me paré de la silla plegable con vista a la pista de despegue y aterrizaje porque me estaba orinando. Ya tenía 88% de batería y me pareció un buen número, dos infinitos. Fui al baño y de ahí a buscar donde comer. Encontré una máquina expendedora y pensé comprarme un agua simple porque moría de sed. Luego de eso tendría más claridad de que comer. Atrás de mi había unos niños uniformados, de unos 15 años o algo así. Mi agua cayó boca abajo y no solo se atoro en esa posición sino que trabó la puerta. Les dije a los niños y uno dijo que también quería un agua y añadió que su agua liberaría a la mía. La suya cayó bien pero quedó también atrapada por el bloqueo de la mía. Llame a un número que venía ahí pegado y mande mensajes. Intentamos hacer temblar la máquina toda pero estaba pesadísima. Una niña pequeña que iba con su papá intentó meter si micro mano pero le dije que no; que se iba a lastimar. Los niños golpeaban con la puerta a mi botella pero no cedía su posición. Llegaron más amigos suyos y lograron liberar la botella del Niño con mucho esfuerzo. La mía seguía exactamente en la misma posición. Me rendí, me fui. Ya pediría un agua en otro lugar y daba por perdidos los 35 pesos.

Aquí en los otates todos estamos atrapados, la mayoría de nosotros comiendo solos y seguro esperando a que un vuelo nos libere.

Camino a comer me llegó un mensaje de la máquina expendedora. Que ya iban para allá y para allá me dirigí. Unas galletas acababan de atorarse. En mi mensaje leí: “se agotaron dos aguas”, el autocorrector cambió atorar por agotar. Llego un joven barbudo y libero mi agua y las galletas. El agua estaba tan fría que apenas le pude beber. Llegue a Los Otates y decidí quedarme.

Quisiera ver mi mail para saber si algún maestro me dio alguna esperanza. Temo encontrarme con más demoras del vuelo.

¿Debería seguir en la carrera? ¿A que hora llegaré a mi casa? Estas semanas he tenido los sueños más raros. Solo quiero llorar un rato, a veces me da miedo dormir.