(43/52) Por cierto, tengo tu miel
El lunes llegando a mi casa después de una semana en la FIL, tirada en mi cama entre mis gatos, chateaba con Idalia quien desde la carretera cambió de tema de tajo: Por cierto, tengo tu miel.
Me podría haber regresado el domingo en la noche. Me urgía desde el día que me fui a la FIL volver. Estar acostada en mi cama como nido y desentenderme del mundo allá afuera. Cuando empecé a contar los días me di cuenta de que apenas llevaba uno fuera de casa.
Dicen que cuando vives muy intensamente algo, el tiempo se pasa de volada y cuando la pasas mal, muy lento. Una espera: muy lento. Una fiesta: muy rápido. Pero que luego en el recuerdo lo que se te pasó rápido se extiende en el tiempo con muchos recuerdos que contar. Y viceversa.
La FIL fue los dos tiempos a la vez. Un primer día tan largo que sentí que llevaba dos o tres en Guadalajara. Una semana de desear llegar a mi casa que me hacía empujar el tiempo con la mente con desesperación hasta que deje de desear estar en otro lugar.
No tenía caso regresarme el domingo en la noche para llegar el lunes a las cuatro de la mañana toda desvelada.
Empacamos con calma. Cenamos. Dormimos. Y pasamos seis horas en carretera de camino a casa, sin esperar ya nada del tiempo.
Cuando por fin estaba en mi cama, Idalia seguía de camino.