(44/52) Según la ropa es la pedrada

Abril Castillo
2 min readDec 2, 2020

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Hace una semana me puse un vestido rojo. Hace mucho que no reflexionaba sobre lo que me ponía en cierto día ni para cierta ocasión, porque ya no hay días ni ocasiones, sino una hora continua. Vi el vestido rojo y aunque lo uso seguido en mi casa, me gustó ver que hacía sol y decidir ponerme un vestido para caminar, ir al banco, al mercado, al super y a ver un departamento a ver si era más luminoso que éste. Pero en cuanto abrí mi celular me avisaron que el departamento ya se había rentado, así que me quedé con el vestido rojo puesto el resto del día, pero no salí ya para nada.

Esta mañana me levanté a las 8 aunque me había dormido a las 9:30. Hay días así en que por fin duermo todo lo que en días anteriores me debía de sueño. Hice yoga y preparé la primera parte de mi desayuno, limpié la arena de los gatos y me bañé a toda velocidad porque a las 9 tenía una junta con una compañera nueva que me pidió tener una junta hoy en mi mañana que es su tarde. Me salí de bañar corriendo, encontré sobre la trasportadora el vestido rojo que hace una semana usé, y me lo puse como camisón, como la pijama que usa Homero cuando engorda. Me terminé de hacer el desayuno y llegué rayando a la junta. Solo que mi compañera no llegó porque estaba en otra llamada. Así que desayuné mientras esperaba a que su llamada terminara, pero luego ya no hubo tiempo suficiente para hablar.

Pensé que tal vez era por el vestido, que ya estaba condenado a planes sin retorno. Planes cancelados. Lo mucho que me afecta cuando algo se cancela, o eso era antes. Ahora desayuné y cuando el señor de la basura gritó abajo de mi puerta, junté lo de todos los botes y salí sin suéter corriendo. Sentí el frío de la mañana y pensé que la maldición estaba rota. Lo que el vestido quería era salir.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos