(48/52) Cuchara chiquita
Una vez que estaba triste o preocupada o la dos, mi tita me dijo que si no tenía hambre me asegurara de tomar muchos líquidos. Tomar era una palabra que ella usaba mucho como sinónimo lo mismo de beber que de comer.
Hace un par de días me hice una crema de espinaca. Solo que en vez de consomé para saborizarlo hice caldo de verduras con el rabo de unos espárragos y con zanahoria picada. Y en vez de leche lo molí con avena para darle espesor. Todo se sazona con ajo, cebolla, sal y pimienta en distintos pasos. La sopa sabía parecida a la que hacía mi tita cuando comíamos en su casa los domingos.
Estoy triste pero casi no he podido llorar.
No tengo hambre así que me lleno la panza de líquidos calientes.
No se a quien escuche decir que para la tristeza nada mejor que comerla con una cuchara chiquita. Como si fueras bebé. Pero no por la regresión, sino para que la dosis sea muy de poco a poco. Cuando algo impacta el cuerpo hay que darle tiempo para digerirlo.