(49/50) Para pelar pollos
La regadera de Luz Saviñón nunca ha funcionado bien. Creí que hoy sería de esos días en que jamás logro balancear el agua: o se pone fría de pronto y toca apagarla un ratito (ya toda enjabonada) y esperar y volver a prender y ahí a veces jala; otras hasta tengo que salir a la cocina a ver si la pila del calentador está funcionando o no. El problema mayor quizá sea cuando calienta demasiado y te quema, el ticher lo describe como agua para pelar pollos.
En el departamento de Vértiz el agua salía con muy poca presión y era muy desesperante y difícil quitarse el jabón o el shampoo. Intente con varios plomeros y distintas cabezas de la regadera, pero nada. Amaba ese departamento y en especial el baño, de los cuartos más amplios y con luz más bonita del lugar.
En Pestalozzi muchas cosas no me gustaban pero la regadera era genial. La presión perfecta y súper fácil de templar. El baño era demasiado chiquito y oscuro, pero era un deleite bañarme.
Si no me baño temprano siento que no despierto bien al día. Hay mañanas en que no me da tiempo porque tengo que entrar corriendo a llamadas y a trabajar. Otras porque no tengo ánimo de quitarme la ropa y mojarme, ya sea por frío o vulnerabilidad. Ahorita acabo de bañarme y aún no termino de despertar. Me falta ponerme la crema en todo el cuerpo, vestirme, desayunar. E irme a hojas de cedro.
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Quedan solo tres entradas más para cumplir los cinco años de un texto al año.
Ayer fui a un restaurante nuevo en Coyoacán que irónicamente se llamaba “El beneficio de la duda”. Había ido ahí una vez con mi papá a las pocas semanas de que se murió mi tío Tolín. Quizá por eso lo relacionaba con un buen momento, no por la muerte de mi tío sino porque llevaba muchísimos años sin haber salido así solos yo y mi papá. Tiene dos sucursales una enfrente de la otra en Xicoténcatl. Esa vez con mi papá habíamos intentado ir a la pequeña pero estaba llena y además vi a una ilustradora que se llama Ana Paula y que me acababa de hacer una chingadera (acusarme con su novio editor acosador de que yo hablaba de él). La vi y me di la vuelta y fuimos al de enfrente con mi papá. Pero ayer fui a ese.
Llevaba yendo al Alberre casi cada viernes saliendo de terapia. Fue el primer lugar donde desayuné chilaquiles verdes cuando regrese de España, un domingo con el ticher (yo había regresado un sábado por la tarde). Mi primer desayuno oficial fue ahí. Pasaron meses antes de que decidiera volver a terapia, pero fui un par de veces ahí con Elo y con Santiago. Ahora voy cada viernes saliendo de terapia. Me siento afuera y el mesero que ya me conoce solo se acerca para confirmar: chilaquiles verdes con pollo, jugo de naranja y café americano con leche aparte. Yo le digo que sí y en diez minutos o menos tengo mi desayuno, me lo como feliz, leo un poco, pido la cuenta y me voy.
Ayer no tenía hambre de chilaquiles y quería ir a dejar un paquete por Vertiz así que camine por Xicoténcatl y cuando vi El beneficio me detuve ahí, en el mismo donde estaba esa vez Ana Paula. Se tardaron siglos en atenderme, cuando llego el café estaba súper aguado. Pedí un jugo de mandarina delicioso. Toda la carta estaba carísima. La mesera me convenció de pedir un omelette de escamoles. Una hora después de pedirlo me lo sirvieron, yo estaba a punto ya de irme. El huevo estaba ultra lleno de aceite y al lado tenía unas tostadas carbonizadas con mayonesa caliente. Lo único que me pude comer fue la ensalada.
Pague y seguí mi camino hacia división del norte. Pensé que a veces es mejor bueno por conocido que malo por conocer. Lo que sí es que de que otros modos conoces nuevas cosas.
¿El próximo viernes volveré al Alberre? ¿Debería probar otro lugar? A veces me da paz no pensar y solo ir a lo seguro. No todo en la vida puede ser un experimento.
Ayer pase la tarde intentando hacer una pasta de tomate y salió una especie de sopa. No sabía mal, pero no era lo que intenté hacer.
En algún momento pensé que médium es un café solitario que casi nadie visita, donde me siento a gusto y llevo más tiempo del que normalmente pasaría en un café porque nadie te corre. He pensado esta semana que quizá ya será momento de cerrar con este año el ciclo propuesto.
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