(52/52) Si hubiera sido hija única, sería otra persona

Abril Castillo
5 min readDec 29, 2020

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Entre mis borradores había dejado este título por algo que dijo Manuela Eguía cuando fue al Canal de Panamá en algún mes de este año.

Idalia me contó hoy que cuando no se inspira para el médium a veces va tomando notas en la semana. A veces lee lo que escribió un año atrás en esa misma fecha (este es el tercer año que completamos nuestro reto de escritura semanal), y algunas veces entra a ver qué he escrito yo.

El primer año lo hicimos a partir de una lista compartida por Chimal en twitter de algún otro vato que solo escribió dos o tres textos. A la mitad del año empezamos a inventar nuestros propios temas.

El segundo año hicimos nuestra propia lista pero a la mitad empezamos a improvisar sin temas, por una petición mía. El segundo año nos costó trabajo a las dos. En diciembre hemos de haber escrito unos diez textos. Pero llegamos con bien a la meta.

Este tercer año fue de total libertad y una cierta fuerza intrínseca. Pienso en cómo los bailarines de ballet aprietan todos los músculos y saben sin palabras cómo mover su cuerpo. Este tercer año fue quizá un equilibrio así. Un habitar este cuerpo de palabras con cierta disciplina y técnica asumidas. El secreto, si existe alguno, es no confiarse. Pensar constantemente en seguir con el médium. A mí me sirve la emoción de leer a Idalia cada tanto. Me entusiasma entrar a médium y ver que tiene textos nuevos. Me gusta encontrar amigos en médium y leerlos.

Hoy platicaba con la rata sobre la técnica de escribir versus la acción misma de hacerlo. ¿Qué es el arte: el que aprende de maestros o el que experimenta? ¿Qué hace a un artista: el que sigue el canon o prueba hasta encontrar sus propios sabores?

En mis clases de yoga hay un flujo de equilibrio donde la maestra habla de cómo el equilibrio es movimiento puro, todo lo contrario a estar estático. De la escritura me gusta ese equilibrio: las preguntas que te desbalancean hasta que encuentras una respuesta y luego llega otra pregunta a moverte más. El equilibrio es tomar todas esas fuerzas y encontrar en tu centro la manera de no caerte.

La vida constantemente te pone de rodillas, la cosa es siempre volverte a parar.

Montse, una joven escritora y amiga a quien conocí este año, me recomendó una película sobre el verdadero narrador poco confiable. Son historias enlazadas sobre amor y maternidad y muerte y vida. En ella una madre le dice eso a su hijo, para convencerlo de irse a otro país a estudiar: “La vida constantemente te pone de rodillas, la cosa es siempre volverte a parar”. La madre está muy enferma y el hijo se queda meses acompañándola hasta que ella le dice que no espere su muerte, que se vaya de una vez a vivir su vida.

Hoy mi mamá amaneció enferma. Me dijo hasta después, cuando ya había vuelto del doctor. Quizá no me habría dicho nunca; hoy que la llamé me contó que mi papá la llevó al hospital. Yo llevaba varios días preguntándole cómo estaba y ella decía que bien. Tengo treinta y seis años y lo que más miedo me da en el mundo sigue siendo la muerte de mi mamá. Me cuesta con este miedo evitar que se me detenga el tiempo un día cualquiera; peor hoy que es diciembre y son semanas muertas. Hasta usar la palabra muerte me da miedo hoy.

¿Qué detona la escritura? ¿Cómo escribir y cómo hacerlo bien? No sé. Me da igual. Disfruto tanto hacerlo. Me encanta médium, red social más solitaria, como esos cafés a los que nadie entra y puedes quedarte horas leyendo en paz.

Mariano, el roomie de Idalia, le dijo a la rata que este reto es difícil. Yo le dije a la rata que cada vez se volvía más fácil. Escribimos sin pensar, tal como nos soltamos hablando cuando hablamos en el Canal de Panamá.

Este año panamá se convirtió en palabras escritas y sonidos digitales. Entrevistas con amigos, pláticas sin objetivo alguno que sin darnos cuenta llegaban a buen puerto, de vuelta a casa siempre, como es tradición de esa ciudad que huele a plátanos. Nunca nos fuimos en el fondo de ahí. Ahí vivimos, ahí seguiremos.

Idalia me contó que leyó un texto hermoso sobre Adriana y sobre la casa. Me muero por leerlo. Me encanta el tema de la casa pero sobre todo me gustó cómo Idalia dijo que Adriana tiene un don y que la belleza de su escritura no se la ha visto a nadie más.

Es un reto difícil, le dice Mariano a Idalia. No conozco a Mariano más que de oídas, de todo lo que Idalia me cuenta, y siento que lo conozco ya.

Idalia encontró su equilibrio aunque cerró panamá, porque encontró un nuevo espacio, ése que por tanto tiempo necesitaba y quería. Yo encontré la paz en mi casa y me alegro de que esa diferencia de deseos no nos haya alejado. La sinceridad nos ha vuelto a cada paso más amigas.

Mariano le dice a Idalia que éste es un reto difícil. Se refiere a lo de los 52 textos al año. Idalia y yo llevamos haciéndolo ya tres años; y por primera vez este 2020 no llegamos con la lengua afuera, llegamos bajando la velocidad, trotando lento para al final caminar, tal como la rata cierra sus vueltas cuando va a correr. Yo aprendí eso de ella: a llegar a la meta con aliento.

El reto es fácil, solo se requiere constancia, le dice Idalia a Mariano. Y Mariano le hace ver algo que no había visto la rata, y cuando me lo cuenta, me hace ver algo que tampoco había visto yo. Mariano le contesta que ha sido fácil gracias a que lo hacemos juntas el reto, acompañándonos cada semana, todos estos años. Como ir al gimnasio con alguien, correr con tu mejor amiga, crecer en un cuarto compartido con tu ermano. O una hermana.

Somos quienes somos en la vida y en la escritura porque jugamos a inventar un lugar, y aunque no tenga suelo, nuestro país huele a plátanos, y toda escritura técnica o improvisada es legal mientras se haga acompañada.

Felices tres años, mi rat.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos