[hle/03] atmósfera de un trayecto

Abril Castillo
3 min readApr 18, 2020

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Era un viernes en la tarde, ya de noche, pero no anochecía… Poi tenía mucho trabajo, y me lo contó por whatsapp.

Yo llegué rayando de la calle. No debemos salir pero tuve que salir porque tenía que ir al doctor. Hoy hace exactamente cuatro semanas me operaron de la tiroides y el cirujano tenía que revisarme el cuello, la herida que ya es casi más bien cicatriz. Me dijo que me tenía que masajear bien, medio jalar amablemente la piel del cuello, porque si no con la cicatrización se va pegando a tejidos más profundos. La idea suena horrible, pero sí es cierto que he sentido el cuello medio restirado, y dice que cuando trago, se nota cómo se mueve toda la cicatriz. Así que ahora me siento un poco obsesionada con eso y voy a masajearme todo el tiempo. El masaje es con una crema especial que se llama Kitoscell o algo así, y un bloqueador solar del +50.

Me daba miedo salir y eso me estresó mucho toda la semana. Pero tenía que hacerlo y tenía que hacerme también una prueba tiroidea para el miércoles que vea a mi otro doc y ver si va bien la dosis de hormona que estoy tomando. Me he sentido bien, pero nunca se sabe, y nunca una queda a la primera ya perfecta sin tiroides. Me da risa haber dicho en femenino, parecería que las enfermedades de tiroides son más de mujeres, por lo hormonal, pero es una glándula que todos tenemos. Como hoy, que esperando a que me dieran mi factura en los laboratorios, vi un cartel que decía: “¿Vas con mucha frecuencia a orinar? Ten cuidado…”, y me asusté, porque yo luego sí voy con mucha frecuencia a orinar, especialmente si hace frío o si estoy nerviosa. Pero luego decía: “Podrías tener cáncer de próstata”, y ahí sí no, yo no podría.

Me fui manejando todo el segundo piso del Periférico y también de regreso. Me puse un cubrebocas para cruzar el hospital, aunque sigue pareciéndome que igual no sirve de mucho. El doctor me dijo que sirve si estás en aglomeraciones muy grandes, para que nadie te vaya a escupir o que te caiga saliva de otros. O que si yo estoy enferma, lo use, pero la verdad estaba vacío el hospital y no estoy enferma. Lo que sí es bueno traer son lentes, me dijo, porque por los ojos también entran gotas de saliva. Y eso sí, yo siempre tengo que traer lentes porque si no, no veo.

Llegando me comí la comida que estuve a punto de comerme antes de irme al doctor, pero por suerte me acordé que tenían que tomarme la muestra en ayunas, y ya de regreso me calenté el alambre que preparé con Santiago, y que antes de irme tuve que verlo comerse, mientras yo tomaba un vaso de agua simple. Llegando calenté tortillas, pero como ya estaban recalentadas, quedaron como tostadas de harina. Sabían bien. Y para revivir el alambre, le eché tantita salsa inglesa y un pedazote de queso. A Santiago no le gusta el queso, pero a mí me encanta. Y me senté en mi cama con mi comida y un vaso de agua de limón, a ver medio episodio de Killing Eve. Luego Poi me dijo que tal vez no podía venir, y le dije que sí viniera.

Son tiempos locos sin mucho tiempo de nada. Pero en estas semanas si algo he aprendido es que nada es más importante que comer bien. Y esa es mi actual prioridad.

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Abril Castillo

miope e hipermétrope al mismo tiempo pero en ojos distintos